Disturbios en Avellaneda: hinchas chilenos y argentinos protagonizan violencia con saldo crítico y tensión diplomática

Lo que debía ser una fiesta deportiva terminó convertido en una de las peores noches recientes del fútbol sudamericano. El encuentro entre Independiente de Avellaneda y Universidad de Chile por la Copa Sudamericana quedó marcado por graves disturbios que dejaron varios heridos en estado crítico, decenas de detenidos y un clima de tensión diplomática entre Santiago y Buenos Aires.
Los incidentes comenzaron en la tribuna visitante, donde un grupo de hinchas chilenos lanzó butacas, botellas y explosivos de estruendo, desatando el caos en el estadio. El humo de pequeños incendios en los asientos plásticos incrementó el pánico entre los asistentes y obligó a interrumpir el partido. La violencia escaló cuando simpatizantes locales irrumpieron en la zona visitante, atacando a los chilenos con palos, cuchillos y objetos contundentes.
El saldo fue dramático. Al menos 19 ciudadanos chilenos resultaron heridos, tres de ellos en estado crítico. Uno de los casos más graves es el de Gonzalo Alfaro, de 33 años, quien sufrió un traumatismo craneal severo y fue sometido a una compleja cirugía. En total, los reportes oficiales hablan de más de 20 heridos de distinta consideración y más de un centenar de detenidos, la mayoría chilenos.
Las imágenes de hinchas ensangrentados y semidesnudos siendo agredidos generaron indignación en Chile, donde el presidente Gabriel Boric calificó lo ocurrido como un “linchamiento inaceptable” y ordenó la inmediata intervención diplomática. El gobierno envió representantes a Buenos Aires para verificar la situación de los heridos y prestar asistencia a los detenidos, al tiempo que exigió explicaciones formales a las autoridades argentinas.
En Argentina, la policía fue señalada por su lenta reacción ante la violencia. Si bien se produjeron detenciones masivas al final de la jornada, las críticas apuntan a la falta de medidas preventivas para separar a las barras y garantizar la seguridad de los asistentes. La crisis reavivó el debate sobre la capacidad de los organismos de seguridad para controlar la violencia en los estadios.
La CONMEBOL, por su parte, condenó los hechos y aseguró que actuará con la “mayor firmeza”. El organismo ya recopila videos, informes y testimonios con miras a sanciones que podrían incluir fuertes multas, suspensión de estadios y la pérdida de puntos en la competición. La Confederación dejó en claro que no permitirá que el torneo se vea manchado por episodios de violencia extrema.
El episodio también abre un capítulo delicado en las relaciones bilaterales. Con una numerosa colonia chilena en Argentina y una intensa interdependencia en distintos sectores, el caso amenaza con trasladar la tensión de las tribunas al plano político y diplomático. Tanto en Santiago como en Buenos Aires, el llamado oficial es a mantener la calma y garantizar justicia para las víctimas.
El fútbol sudamericano vuelve a mostrar su lado más oscuro, donde la pasión desbordada y el fanatismo terminan eclipsando al deporte. Lo ocurrido en Avellaneda no solo deja un saldo doloroso de heridos, sino que obliga a reflexionar sobre la responsabilidad de clubes, organizadores y autoridades para erradicar la violencia que desde hace décadas azota los estadios de la región.